miércoles, 1 de diciembre de 2010

LA STARGATE de Carolina Caycedo en Intermediae


La Stargate me interesa por varias razones y una de ellas, es el uso del espacio, la cristalización de este proyecto en una “invasión” que convierte la parte de Matadero que ocupa en una zona muerta, un lugar sin contexto, una especie de adentro, un interior, un lugar figurado, y esto se consigue únicamente con un recurso, la luz.


La sala se mantiene en una penumbra cósmica, y unos pocos focos dan cuerpo a los poliedros que conforman la constelación sonora, guardando dentro las grabaciones que la autora ha realizado por el barrio de Legazpi. Se trata de una serie de cuerpos celestes que aún mostrando el contenido sin manipulación ni efecto ninguno, ya han transportado a otro estatus –a ese no contexto- el material real, construyendo un mapa superpuesto, ideal, y transformando la experiencia y percepción del paisaje, dando lugar a un nuevo fenómeno.



La luz comparte la misma inmaterialidad que el sonido, y en La Stargate, la experiencia plástica queda reducida conceptualmente a estos dos elementos: los cuerpos geométricos, como se ha dicho, deben entenderse como “ideales”, la luz les da forma, los convierte en aparentes, en indicadores de un lugar desde un no lugar, y también son metáfora –poliedro- del sonido invisible. El sonido, a su vez, es representación de un lugar y tiempo, de un contexto.  


Desde estas piezas o puntos cartográficos, Carolina Caycedo señala los puntos de su deriva por el barrio de Legazpi , donde recoge y expone los testimonios de su habitantes, dejando que la memoria histórica transpire, imbricada con la personal –la intrahistoria- y se conforme ese poliedro que reúne múltiples puntos de vista. Algunas de estas grabaciones han sido intervenidas con la adición de efectos (reverberancias, ecos, burbujeos, pulsaciones -hacia el vértice de el mapa sonoro se radicalizan las intervenciones), contribuyendo a la atmósfera espacial, de puerta a otro mundo, donde las grabaciones parecen flotar como ondas perdidas; otras se muestran en bruto, palpitando con el sonido ambiente mientras el protagonista de la alocución habla…  
Considero esta obra también una obra-archivo, como las ya comentadas de Rosell Meseguer y Clara García (ver post aquí), o un radical "uso poético" del archivo. Me gustaría ahondar un poco más en los procesos y finalidad para un próximo artículo. De momento, una pregunta:

Próximo artículo: ¿Qué devuelve al barrio esta intervención sonora?





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